Las negrillas, citas en bloque y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.
Tomado de:
http://www.fes-web.org/publicaciones/res/archivos/res04/14.pdf
Salvador Giner (coord.)
Teoría sociológica moderna
Barcelona, Ariel, 2003.
Los que tuvimos la suerte de leer su excelente Teoría social clásica (editada también por Ariel en 2001) hemos esperado de S. Giner con impaciencia e inusitado interés su prometida entrega sobre la teoría sociológica contemporánea. Desde su ya clásica obra Sociología (manual utilizado en muchos planes de estudios de nuestras facultades) hasta
El progreso de la conciencia sociológica (editado por Península en 1978, y para mí su mejor obra),
En mi opinión lo que aporta son dos cosas: ser un proyecto de libro colectivo y estar formado en su totalidad por trabajos de sociólogos españoles. Lo primero puede no ser novedoso, ya que hay infinidad de manuales de sociología constituidos por la conjunción de trabajos de diferentes autores; pero S. Giner ha tenido el acierto y la generosidad de invitar a sociólogos de diversas generaciones, que han hecho una lectura serena y madura de los distintos enfoques ofreciendo una obra que, salvo algunas deficiencias, lagunas e improvisaciones,compendia el grueso de la teoría sociológica contemporánea. La virtud de este libro frente a otros manuales escritos por un solo autor radica en que cada enfoque es analizado con profundidad, rigor y claridad expositiva por especialistas o sociólogos que, por formación o empatía teórico-metodológica, se sienten cercanos al enfoque elegido. El hecho de ser muchos de ellos sociólogos ya veteranos en estas lides, que, a buen seguro, han tratado una y mil veces con la materia sociológica que han escogido, nos permite encontrar en su trabajo un análisis sereno y destilado de los elementos que componen cada enfoque teórico, mostrándonos con apasionamiento el contexto en el que emerge y algunos de los datos biográficos de los personajes que contribuyeron a su génesis y desarrollo.
La segunda característica de esta obra (ser un proyecto formado en su totalidad por sociólogos españoles) dice mucho en favor de S. Giner, quien desde hace ya muchos años lleva adelante una especie de cruzada para que la sociología española gane autoestima y saque la cabeza dignamente en el contexto internacional sin perder sus raíces y singularidades.
LAS APORTACIONES Y LOGROS DE LA SOCIOLOGÍA
El libro se inicia con una primera parte que incluye dos excelentes trabajos sobre el lugar de la sociología en el mundo del conocimiento y la cultura contemporánea.
Emilio Lamo de Espinosa en su trabajo titulado «¿Para qué la ciencia social?» nos introduce en la problemática epistemológica de la sociología y analiza las condiciones sociales de la producción de datos sociológicos. La tesis de Lamo de Espinosa es que las sociedades contemporáneas, al hacerse más y más complejas, necesitan de forma perentoria ser analizadas por observadores externos para conocer las condiciones de su propia reproducción, y es ahí donde la sociología adquiere relevancia pública y le hace salir del mundo académico para sumergirse en la propia sociedad a la que estudia. De este modo, el lenguaje sociológico se populariza, dejando de ser lenguaje científico para convertirse en lenguaje ordinario, y la sociología acaba convirtiéndose en etnosociología.
S. Giner en su trabajo «El logro de la sociología» hace un balance de la presencia social de nuestra disciplina y concluye que la sociología, su modo de entender la vida y las cosas, es ya parte esencial del espíritu de nuestro tiempo. No obstante, señala que esta victoria es ambivalente, pues, si bien los sociólogos han contribuido a que conozcamos más y mejor cómo es y cómo funciona la sociedad en la que vivimos, ha generado el efecto perverso del sociologismo, es decir, de creer que todo lo que ocurre en el mundo puede y debe explicarse desde la sociología.
A diferencia de otras disciplinas científicas, es verdad que la sociología no ha sido capaz de establecer grandes leyes sociales, ni precisas regularidades históricas, ni ecuaciones que expliquen satisfactoriamente procesos sociales complejos, pero sí ha conseguido avanzar en el entendimiento de la sociedad, acumulando conocimiento objetivo.
El trabajo de Miguel Beltrán, titulado «Funcionalismo, estructuralismo y teoría de sistemas» y en el que aborda uno de los enfoques más relevantes de las ciencias sociales contemporáneas (denominado funcionalismo, estructuralismo o estructural funcionalismo), puede verse en el proyecto del libro como un capítulo
puente entre la teoría sociológica clásica y la moderna.
Adentrándose en las ideas sistémicas y funcionalistas presentes en autores clásicos (como Spencer, Durkheim y Pareto), el autor analiza la relevante aportación de la antropología (encarnada en autores como Radcliffe-Brown y Malinowski), para pasar más adelante a la monumental obra de Parsons, mostrando cómo el sociólogo norteamericano transita de lo estructural a lo funcional, del esquema de la acción social a los requisitos funcionales del sistema social.
El estructuralismo como movimiento intelectual surgido en Europa durante los años 60 del siglo XX es analizado por José A. Noguera en su artículo «El neoestructuralismo
sociológico».
Revisa, primero, la concepción estructural del lenguaje en Saussure y su influencia en la antropología (Levi-Strauss) y la sociología (Foucault), exponiendo en la parte final de su trabajo la influencia del estructuralismo en el pensamiento marxista (Althusser, Poulantzas o Godelier).
Joaquín Sempere analiza el «marxismo sociológico», señalando su importante aportación a las ciencias sociales (como la teoría de las clases sociales y la desigualdad o la teoría de la explotación, o términos como enajenación y alienación) y analizando algunas de sus más significativas derivaciones (como la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt) o los esfuerzos renovadores desarrollados en los países del bloque soviético, mostrando también la penetración del pensamiento marxista en España de la mano de Manuel Sacristán.
Los intentos recientes por adaptar las teorías marxistas a las exigencias epistemológicas de las ciencias sociales modernas (basadas en el supuesto del individualismo metodológico) y que han dado lugar a la corriente denominada «marxismo analítico», es analizada en el capítulo de Daniel Raventós, quien muestra cómo esta corriente teórica apuesta, bajo la influencia de la teoría económica, por la elaboración de modelos (inspirados muchos de ellos en la teoría de juegos y la elección racional como el mejor modo de mejorar nuestro conocimiento sobre el funcionamiento de lassociedades complejas.
Teresa González de la Fé analiza dos enfoques teóricos de gran relevancia para el pensamiento social contemporáneo: el interaccionismo simbólico y la etnometodología, asumidos por muchos sociólogos norteamericanos como reacciones al predominio del funcionalismo en los años 40 y 50 y que luego se extendieron por la sociología europea en los años 70.
En lo que se refiere al primero de esos dos enfoques (el «interaccionismo simbólico») la autora realiza un exhaustivo recorrido por sus orígenes, encontrando sus raíces teóricas en el pragmatismo filosófico norteamericano, y en su asunción por Cooley, primero, y luego por Mead. Analiza la gran aportación de la Escuela de Chicago, donde autores como Blumer elaborarían un paradigma teórico alternativo al funcionalismo exponiendo la idea de la sociedad como un orden negociado entre individuos que interactúan y proponiendo una metodología fundamentalmente cualitativa que centra el punto de mira en el nivel micro.
En lo que respecta a la «etnometodología», González de la Fé señala que este enfoque puede verse como resultado del encuentro entre la sociología norteamericana y la fenomenología, gracias a la obra de Garfinkel, quien, en un diálogo crítico con la obra de Parsons, construye una crítica radical a la convencional sociología positivista, crítica más radical aún que el interaccionismo simbólico con el que puede vérsele cierto parentesco.
Esta segunda parte del libro se cierra con el análisis de la «teoría de la elección racional» y su influencia en la sociología, realizado por Fernando Aguiar, Henar Criado y Francisco Herreros.
Desmintiendo la opinión bastante común de que el enfoque de la acción racional es un asunto de los economistas que tiene difícil encaje en el pensamiento sociológico, los autores recurren a la obra de Weber para reivindicar la existencia de una tradición individualista en el método sociológico, señalando la construcción de la conducta individual como un tipo ideal basado en la racionalidad respecto a fines.
No obstante, señalan que el hecho de que en la sociología la racionalidad respecto a valores desempeñe un papel fundamental en la acción social conlleva la necesidad de que la teoría de la elección racional incluya todo lo relativo a las normas sociales si quiere obtener carta de naturaleza entre los sociólogos, siendo ésa precisamente la aportación de autores como Elster o Coleman.
La tercera parte del libro se dedica a presentar diversos campos de la investigación social moderna, mostrando sus hipótesis, hallazgos y constataciones.
Antonio Ariño analiza la dimensión simbólica de la vida social, que constituye hoy la base de lo que puede entenderse como una «sociología de la cultura».
Cristóbal Torres trata de la tradición sociológica que se ocupa de «la ciencia y el conocimiento científico», exponiendo una especie de decálogo de los principales hallazgos o principios fundamentales de esta especialidad.
La sociología de la comunicación y de los medios técnicos que produce la llamada «sociedad de la información» es analizada por Trinidad Bretones y Cándido Monzón, distinguiendo ambos campos como objeto de disciplinas cada vez más especializadas.
Los procesos de reestructuración de las sociedades industriales avanzadas ocupan el capítulo de Carlos Prieto, centrado en el análisis de los cambios experimentados en el ámbito del trabajo y de la disciplina sociológica encargada de estudiar este asunto (la «sociología del trabajo»).
Temas emergentes como el medio ambiente son el eje del análisis desarrollado por David Tábara, quien desentraña las claves de la «sociología ambiental» y postula su tránsito hacia una «sociología ecológica». A la hora de explicar las relaciones entre medio ambiente y sociedad, el autor rechaza la disputa entre realismo ecológico y constructivismo social y apuesta por una síntesis entrambas perspectivas.
Anna Alabart analiza los rasgos característicos de la «sociología urbana» planteando los diversos temas que componen hoy el programa de investigación de esta disciplina: el significado y sentido de la ciudad; los cambios en su estructura socio-territorial; las causas y efectos de las problemáticas urbanas; la teoría y la práctica de la planificación urbanística y la participación del sociólogo en este ámbito profesional.
Xavier Godás trata el tema de los «movimientos sociales» exponiendo las distintas teorías contemporáneas que dan cuenta de este fenómeno de acción colectiva: las teorías del comportamiento colectivo, el paradigma estratégico y la perspectiva de los nuevos movimientos sociales, añadiendo las más recientes aportaciones que dan cuenta de los llamados «novísimos» movimientos sociales (como los movimientos por la solidaridad o los de la antiglobalización).
Manuel Pérez Yruela y el propio Salvador Giner califican la sociedad contemporánea como «sociedad corporativa», fijando su atención en las corporaciones (sindicatos, asociaciones empresariales, partidos políticos,...) como formas de mediación de los conflictos sociales, canalizando la intermediación social y articulando la relación entre el Estado y la sociedad civil en el mundo contemporáneo.
Por último, Luis Moreno trata en dos capítulos la «dimensión política de las sociedades modernas» y las distintas teorías sobre la base ciudadana de las democracias y la componente asistencial del Estado del bienestar en el mundo de hoy.
En la cuarta parte del libro, Salvador Aguilar y Salvador Giner cubren el aspecto macrosociológico de la teoría sociológica en su esfuerzo por plantear hipótesis (plausibles y basadas en la síntesis de conocimientos empíricos) sobre la dinámica de la humanidad y el surgimiento de la modernidad, así como sobre la dirección que toma este proceso en la sociedad contemporánea.
Los autores señalan que este afán por entender y explicar la sociedad en su conjunto ha impregnado la tradición sociológica desde sus orígenes, si bien hoy la tendencia es a analizar cambios específicos y observables mediante una profunda renovación de los datos y enfoques sobre la secuencia evolutiva, introduciendo una visión plural del proceso modernizador.
José E. Rodríguez Ibáñez aborda en su trabajo la crítica que, desde la sociología, se ha hecho al propio proceso de modernización.
En su recorrido por el pensamiento crítico de la modernidad, el autor analiza las ideas de la sociedad masa (Mannheim, Ortega y Arendt), de la cosificación (aportada por el marxismo cultural de Lukács) y de la represión sexual (analizada desde el freudomarxismo de Reich), para adentrarse después en las contribuciones de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse y Benjamin).
Salvador Giner ha reunido en esta obra un excelente conjunto de sociólogos españoles de diversas generaciones. Aunque la designación de los temas y autores siempre suele ser un asunto opinable (pues, toda selección comporta exclusiones), en este caso, y después de una lectura reposada de los distintos textos, puede decirse que todos los incluidos dan brillo al proyecto (bien es cierto que unos trabajos más que otros), ofreciendo un material de gran utilidad para profesores y alumnos de las facultades de sociología y para toda persona que con curiosidad desee acercarse a lo que dicen los sociólogos sobre la sociedad contemporánea.
Con obras como ésta se dignifica la profesión de sociólogo,
EDUARDO MOYANO ESTRADA
IESA-CSIC, Córdoba
RES nº 4 (2004) pp. 293-298
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